miércoles, diciembre 28, 2005

LOS QUE AULLAN EN LA COPE


• Lo que aúllan en la COPE se llama 'oposición'. Y hay que aceptarla aunque no sea educada

FÉLIX De Azúa. Escritor. El inexorable descenso en las expectativas de voto de Esquerra Republicana, acompañado por el ascenso también inexorable de los convergentes (lo que ilustra sobre un electorado nacionalista más transversal que la Coca-Cola), se ha acentuado en las últimas semanas. Ello nos induce a recomendar a los independentistas que se pongan en manos de algún asesor de imagen. Alguna empresa sólida, elegante, bien trajeada, carísima, en fin, de izquierdas. No obstante, como adelanto y de un modo desinteresado, paso a recomendarles algunas correcciones prácticas y baratas.

Queda feo ponerse como fieras cuando el Gobierno quiere cerrar el diario Egin o el Egunkaria o cualquier otro fenomenal panfleto étnico y exigir simultáneamente que cierren la COPE. Es una recuperación desdichada del proteccionismo catalán que casa mal con el progresismo. Es cierto que resulta más cómodo acabar con la competencia y poner unas fronteras fiscales tremendas, lo que nos permite vender nuestros productos al precio que nos pase por la boina, pero va contra la moda. Si cerramos todos los medios que nos critican y abrimos todos los que nos alaban, la gente acabará harta de nosotros. Un poco de juego democrático es conveniente.

RECOMENDACIÓN: ayuden ustedes a la COPE, por ejemplo con artículos de Salvador Sostres que tanto dignifican las páginas del Avui y que parecen paridos por Federico Jiménez Losantos. Sean simpáticos.

No pueden ustedes llamar cobarde al pobre señor Raventós, o Freixenet, que los confundo, sólo porque teman que se les caiga encima la empresa. Incluso si ustedes creen que todos los empresarios catalanes son unos cobardes, cosa que se les oye decir de vez en cuando, no lo digan. Tengan en cuenta que ustedes viven del Estado y en cambio los empresarios, por lo general, de su trabajo. Está muy feo exigir a la gente que se sacrifique cuando uno mismo vive como un cura, no corre riesgos, viaja gratis, cobra la jubilación entera a los ocho años de empezar a firmar y sólo tiene que decir un par de bobadas cada día por la radio o por la tele.

Recomendación: reúnan ustedes los sueldos y comisiones de todos sus diputados en este mes de diciembre y dediquen esa porrada de millones a comprar cava. Lo cual tendrá un doble efecto. Por un lado sabremos lo que ustedes cobran de verdad, algo muy difícil de averiguar. Y por otro, los empresarios catalanes les verán realmente de su lado. El cava, luego, pueden repartirlo entre los pobres, con lo que aún ganarán en imagen y pondrán las Ramblas como le gustan a Clos.

Poco acertado (cosa realmente extraña) estuvo Carod-Rovira el otro día, cuando tras la manifestación del PP por la Constitución, etcétera, dijo que, para salir de su provincianismo, Catalunya tenía que dejar de mirar hacia España. La idea es buena, pero está mal expresada. Somos provincianos, pero no tontos. Por ejemplo, yo dejo de mirar a Hacienda y me ahorro un dinero, pero tendré que gastarlo en la cárcel. O bien, usted coge el coche y deja de mirar a las gasolineras, lo que también le reporta un beneficio, pero se queda tirado en la autopista. Claro, si dejo de mirar a España y me miro a mí mismo, corro el peligro de quedarme bizco. La idea, digo, es buena, pero le falta elaboración, como al señor Tardà.

Tomen ustedes el método De Madre. Con sutileza admirable dijo haber huido del franquismo que la mataba de hambre en Almería o en Jaén, que no me acuerdo, y haber encontrado refugio, consuelo y un sueldo en Catalunya, donde (se deduce) no había ni un franquista que la matara de hambre. ¡Menuda alegría se llevaron aquellos generosos empresarios que pagaban enormes estipendios a los inmigrantes de los años 60! Ése es el estilo socialista. Así se ganan amigos.

Recomendación: en lugar de no mirar a España, exijan ustedes que miremos a Prats del Lluçanès, o a Hostalets de Pierola. Lo contentos que se pondrán...

VEAN QUE HE vivido ya mucho y puedo darles unos cuantos consejos más, si me lo permiten. Se les nota un tanto verdes en esto de la democracia. Habituados a que en Catalunya no se haya puesto en marcha ese mecanismo (quizá innecesario, no lo niego) llamado oposición, carecen ustedes de reflejos. Lo que aúllan en la COPE, en la manifestación del PP o con el boicot de productos catalanes (¡qué mal corazón, señor!) se llama oposición. A veces es educada y a veces, no. Pero, claro, no tiene mérito aceptar sólo la educada. Eso lo hace cualquiera.

Ustedes han de dar muestras de que son más demócratas que nadie y aguantar todo lo que les echen. Miren qué papel está haciendo Montilla, un político tan poco habituado a que le lleven la contraria. Ahora se la han llevado, y el pobre ha tenido que hablar por primera vez en su vida. No sigan ese camino. O bien quédense en casita, que se está muy bien, nadie te canta las cuarenta y en el mercado te dicen rei y reina.

Aunque yo creo que deberían intentar hacer política en un lugar serio, o sea, peligroso, como Madrid, donde hay políticos bravos, o sea, perversos, retorcidísimos. De ese modo harán músculo y, cuando vuelvan a Catalunya, los de aquí les parecerán unas nenazas y se los comerán de un bocado.

jueves, diciembre 22, 2005

DESASTRES URBANÍSTICOS

El urbanismo está fuera de control en buena parte del litoral mediterráneo español. Hace tiempo que se han rebasado todos los límites de lo razonable en la gestión de nuestros recursos y que estamos instalados en un modelo de crecimiento tan insostenible como irresponsable. Las cosas han llegado hasta tal punto que incluso somos objeto de seguimiento específico por instituciones europeas. Preocupa hasta qué punto el modelo de crecimiento disperso y de ocupación desordenada y depredadora del territorio en áreas litorales y en algunos espacios rurales más interiores, se aleja totalmente de las directrices europeas que apuestan por nuevas formas de gobernanza democrática y por la gestión prudente del territorio y de los recursos. También preocupan las formas, por cuanto las evidencias dejan pocas dudas acerca de la existencia de colusión de intereses, de confusión entre público y privado, de tráfico de influencias, de utilización ilícita de información privilegiada para especular, de falta de transparencia, de corrupción en definitiva. Nunca se ha hablado tanto de corrupción difusa en relación con el urbanismo desde el inicio de la transición democrática y nunca hubo tanta espesa opacidad en los procesos de toma de decisiones relacionados con la urbanización.
Es como si se hubiera producido una cierta vuelta al pasado, como si cada vez nos alejásemos más del código de buenas prácticas en el gobierno del territorio, para adentrarnos en el terreno intransitable, por antidemocrático, de la "mala política", del "capitalismo de casino". Aquel en el que grandes proyectos que modifican sustancialmente los usos del suelo en centenares de municipios responden a acuerdos previos, legitimados legalmente a posteriori, entre promotores y representantes políticos locales o regionales en conversaciones privadas. Aquel en el que los intereses generales son orillados o ignorados. Aquel en el que el territorio es entendido tan sólo como activo financiero y como recurso explotable y no como referente identitario y cultural, como bien público, como espacio de solidaridad y como legado. Aquel en el que prevalece el corto plazo del ciclo político de cuarenta y ocho meses que media entre cada convocatoria electoral. Aquel en el que la discrecionalidad prevalece sobre la seguridad y la participación democrática de todos los actores implicados y afectados. Aquel en el que son los gabinetes de las empresas promotoras los que realmente van dando forma a los procesos de urbanización. Aquel en el que la política territorial sigue al dinero, y no al revés, como debe ocurrir en democracia. Aquel en el que el territorio se consume a grandes bocados dispersos, con el resultado final de centenares de actuaciones tan incoherentes e irracionales como insostenibles. Aquel en el que se insiste en crecimiento y no en desarrollo, en cantidad y no en calidad.

Se habla mucho y mal, con toda razón, de la Comunidad Valenciana. El propio Parlamento Europeo sin duda va a contribuir al mejor conocimiento de unas malas prácticas territoriales que en los últimos años vienen desarrollándose en esa Comunidad Autónoma a causa de la aplicación abusiva de la legislación vigente. Pero esta resolución, sin efectos jurídicos pero con gran impacto político y mediático, debiera servir para abrir el debate en profundidad acerca de las dinámicas territoriales y urbanísticas que están teniendo lugar en gran parte del litoral mediterráneo español y de la forma de encauzarlas. Porque el proceso trasciende el marco geográfico y legal específico de la Comunidad Valenciana para extenderse por los espacios litorales e incluso de interior del conjunto de los espacios litorales y prelitorales mediterráneos.

En unos casos, como el valenciano, la combinación de la figura del agente urbanizador contenida en la ley -aunque pensada inicialmente para suelo urbanizable- con la legislación estatal del Gobierno de Aznar sobre medidas liberalizadoras en materia de suelo, ha resultado letal para el territorio. La actitud permisiva de un gobierno regional que ha dimitido voluntariamente de sus obligaciones de coordinación y de elaboración de Planes Territoriales de ámbito supramunicipal, unido a la posibilidad de promover de forma indiscriminada procesos de urbanización en suelo rústico al margen de los Planes de Ordenación Urbana municipal, ha desencadenado un proceso, en buena parte irreversible, de incalculables consecuencias. Muchos ayuntamientos, sin distinción alguna de color político, pugnan por presentar decenas de iniciativas que van desde la irracionalidad al puro dislate. Casi la totalidad de estos proyectos de urbanización, que pueden suponer la construcción de casi un millón de nuevas viviendas, se realiza al margen de los Planes Generales. En ocasiones, aunque no esté agotado el suelo programado en el Plan o aunque el Plan General haya sido aprobado hace escasos seis meses. Y algunos suponen duplicar o triplicar su población actual. En otros casos, y esto resulta más difícil de explicar si cabe, es el propio gobierno regional el que participa en la promoción mediante la creación de sociedades mixtas con empresas privadas. En todos los casos, del objetivo inicial de la legislación de 1994 que pretendía que el suelo urbanizable no quedara inmovilizado por sus propietarios, ha devenido en que ahora el suelo está monopolizado en manos de un número reducido de agentes urbanizadores que especulan, controlan el proceso y el ritmo de urbanización y condicionan y distorsionan extraordinariamente la vida política local y regional. Entre esos escasos agentes urbanizadores, dos de los más importantes son las dos Cajas de Ahorros regionales que también han preferido deslizarse por la senda cómoda pero sin futuro de la especulación.

Pero en el litoral de Murcia las cosas no son muy diferentes. Con otras normas, como las Directrices y el Plan de Ordenación Territorial del Litoral de la Región de Murcia, se promueven actuaciones de urbanización masiva, como Marina de Cope, que suponen la urbanización en suelo rústico de más de dos mil hectáreas en el litoral suroccidental de la región. De hecho, la tasa de urbanización reciente en el litoral de Murcia es todavía superior a la de la Comunidad Valenciana. Por último, la historia de la ordenación de los espacios litorales del mediterráneo andaluz evidencia un rotundo fracaso del gobierno regional en este campo. Después de más de diez años de vigencia de la Ley de Ordenación del Territorio de Andalucía, el Gobierno regional no ha querido o no ha podido dar contenido pleno a los Planes de Ordenación Territorial de ámbito subregional. Una renuncia política tan clamorosa como inexplicable después de décadas de gobierno progresista, dado que la escala regional está habilitada para ejercer plenamente la facultad de ordenación del territorio en niveles plurimunicipales al amparo de la aplicación del principio de coordinación, tal y como el propio Tribunal Constitucional ha reiterado en numerosas ocasiones.

Las cosas se pueden hacer de otra manera. Incluso se pueden hacer razonablemente bien. Sólo se requiere voluntad política para promover un desarrollo territorial más sostenible. Sugiero al lector una aproximación al conocimiento de los principios inspiradores y al desarrollo de los Planes Territoriales impulsados por el actual gobierno de la Generalitat de Cataluña, en especial el proceso de elaboración y aplicación del Plan de Ordenación de la Zona Costera, al Plan Territorial Insular de Menorca o al Plan de Ordenación del Litoral de Cantabria, para comprobarlo.

Hay que insistir en esa dirección. Las actuales dinámicas territoriales comprometen el bienestar colectivo y condicionan el de futuras generaciones. Generaciones que no pueden votar, porque no han nacido. Lo cual nos conduce de forma insoslayable al debate sobre el concepto de democracia insuficiente. Porque en materia de política territorial la mayoría aritmética en parlamentos y ayuntamientos no es suficiente. Carecen de la legitimidad moral necesaria. Por eso el gobierno del territorio tiene que situarse en el centro del debate como objetivo político estratégico. Entendiendo por político, ciudadano. Es decir, una cuestión que compete a todos y no solamente a políticos o a expertos.

Mientras tanto, mientras en la escala regional no se disponga de Modelos Territoriales consensuados, mientras no se disponga de Planes Territoriales subregionales del estilo de los que aconsejan hace tiempo las autoridades europeas y el sentido común, mientras no se resuelva de otra manera la financiación de los ayuntamientos (y probablemente de los partidos), hay que hacer posible que avance el debate ciudadano, exigiendo en cada nivel, en especial en la escala local, más prudencia, más responsabilidad, otras prácticas y otra forma de gobernar. Y en este punto el papel de los medios de comunicación, como demuestra la historia del medio ambiente en Europa, es esencial. Hasta que seamos capaces de situar este problema como un problema de la mayoría. Hasta que seamos capaces de consolidar otra cultura del territorio.

martes, diciembre 20, 2005

Darwin gana la batalla de Pensilvania




Casi siglo y medio después de que formulara su teoría sobre el origen de las especies Darwin ha ganado una batalla en los tribunales estadounidenses. Un juez federal ha decidido prohibir la enseñanza de la teoría del diseño inteligente -el nuevo disfraz del viejo creacionismo- que se impartía desde 2004 en el pequeño pueblo de Dover (Pensilvania). Once padres de familia que denunciaron esta situación se han convertido así en los ganadores de la mayor batalla legal sobre la enseñanza de la evolución desde 1925.

"Los ciudadanos de Dover han recibido un pobre servicio de los miembros de la consejo directivo que votaron a favor de enseñar el diseño inteligente", asegura en la sentencia el juez de distrito John E. Jones III, responsable de la histórica decisión. Y añade: "Es irónico que varios de esos individuos que ocultan hermética y orgullosamente sus convicciones religiosa en público, al mismo tiempo mientan para ocultar sus intenciones y disfrazar su propósitos auténticos detrás de la política de esta teoría".

Con estas premisas la conclusión de Jones es clara: "Es inconstitucional enseñar la teoría de la evolución como alternativa a la de la evolución en las clases de ciencia de las escuelas públicas". Así pues, a través de su sentencia de 139 páginas, el juez da la razón a los demandantes que sugerían que la dirección de la escuela había violado la cláusula constitucional que establece la separación entre Iglesia y Estado, pilar fundamental de la Constitución americana.

Gran expectación


En octubre de 2004 Dover se convirtió en la primera escuela de distrito de todo el país en incluir la doctrina del creacionismo remozado en su programa de ciencias. De hecho sus alumnos de noveno grado deben, desde entonces, estudiar que la teoría de la Evolución "no era un hecho", que tenía algunas lagunas y eran invitados a considerar "otras explicaciones del origen de la vida", como la del diseño inteligente. Por ello el proceso ha sido observado con lupa desde al menos 30 Estados donde los grupos cristianos conservadores, precisamente aquellos que tienen mayor influencia en el Gobierno de Bush, están planeando iniciativas similares.

La batalla legal es el último capítulo en un larguísimo debate que se inició en 1925 con el llamado Juicio del mono. En aquella ocasión, pese a que la la teoría de la evolución estaba ampliamente difundida como una evidencia científica y había sido aceptada, por ejemplo, por la Iglesia Católica, la Corte Suprema de Tenesee condenó al profesor John Scopes a pagar una multa de cien dólares por violar una ley -la Tenesee Butler Act- que declaraba ilegal enseñar cualquier teoría que negara la historia de la Creación Divina del Hombre.

Esta derrota legal de la ciencia se convirtió, paradójicamente en una victoria, cuando la decisión se apeló ante instancias superiores. El Alto Tribunal dictaminó que los juzgados de distrito no podían cobrar más de 50 dólares y Scopes fue absuelto. Probablemente será otra vez el Supremo quien finalmente determine qué futuro aguarda a la teoría del Diseño Inteligente en las escuelas estadounidenses.

viernes, diciembre 09, 2005

Lobos, corderos y semáforos




Patente de corso, por Arturo Pérez-Reverte

Pues sí, chico. Ya ves. Toda la vida diciéndote tus viejos y tus profesores que hay que tener buen rollito, que la violencia es mala y que el diálogo resuelve todo problema. Y tú, creyéndotelo. Y resulta que el otro día, cuando ibas de marcha con tu novia y tus amigos sin meterte con nadie, un grupo de macarras se bajó de las motos y os infló a hostias por la cara, oye, sólo por pasar el rato, y al que más le dieron fue a ti, justo cuando hacías con los dedos la uve de paz, colegas, pis, pis, decías en inglés, que suena más globalizado y dialogante. Peace, colegas. Pero los colegas, que no debían de puchar el guiri, se pasaron la uve por el forro, y te pusieron guapo. Y date con un canto en los dientes –los pocos que aún tienes sanos– de que encima no le picaran el billete a tu churri.

Y sorprende, claro. Con tu buena educación y todo eso. La violencia es mala, etcétera. Y claro, sí. En principio, lo es. Pero también resulta útil para la defensa, o la supervivencia. Si tus abuelos no hubieran peleado por cazar y sobrevivir, no existirías hoy. O recuerda Sarajevo, hace nada. Y así. Sin la capacidad de luchar cuando no hubo más remedio, tu estirpe se habría extinguido como otras –más débiles o pacíficas– se extinguieron. Ahora vives en una democracia donde eso parece innecesario. Aquí, la renuncia del ciudadano a liar pajarracas individuales se fundamenta en que el Estado asume el monopolio de la violencia para emplearla con sensatez cuando las circunstancias lo hagan inevitable. Dicho de otro modo: la gente no anda armada y dándose estiba porque es el Estado quien, mediante las fuerzas armadas y la policía, administra la violencia exterior e interior con métodos respaldados por las leyes, el Parlamento, etcétera. Ésa es la razón de que, un suponer, cuando alguien esgrime un baldeo y te dice afloja la viruta y el peluco, tú no saques una chata y le vueles los huevos al malandro, sino que estés obligado a mirar alrededor, paciente, en espera de que un policía se haga cargo del asunto, proteja tu propiedad privada y conduzca al agresor a un lugar donde quede neutralizado como peligro social.

Pero eso es en teoría. Tu problema, chaval, es que te han educado para ser el corderito de Norit antes de que los lobos desaparezcan. O lo que es peor, cuando ya sabemos que no van a desaparecer. Dicho de otra manera, olvidaron enseñarte a pelear por si fallaban los besitos en la boca, los policías, los jueces, las oenegés y los soldados sin fronteras. Por eso en ciertos ambientes y circunstancias lo tienes crudo: un toro capado y sin cuernos sólo sobrevive entre bueyes. En lo que llamamos Occidente, gracias a una espléndida tradición grecolatina, humanista e ilustrada, los derechos y las libertades alcanzan hoy cotas admirables, merced a la confianza de los ciudadanos en mecanismos democráticos garantizados por leyes convenientes y justas. Dicho en fácil: hemos convenido, por ejemplo, que ante un semáforo en rojo los coches se detengan, porque eso mejora el tráfico y la convivencia. El problema surge cuando un hijo de puta –condición propia, siento comunicártelo, de la naturaleza humana– pasa de semáforos y circula a su bola. Entonces, quienes se detienen con la luz roja están en inferioridad de condiciones, desvalidos ante quien aprovecha para colarse, llegar antes y hacerse el amo de la calle.

Y ése es tu problema: la indefensión de quien respeta el semáforo cuando otros no lo hacen. Unos por falta de costumbre, pues vienen de donde no hay señales de tráfico, o no funcionan. Otros, los de aquí, porque se nos fueron de las manos y no somos capaces de darles educación vial ni de la otra. Y claro: a veces algunos de ellos ceden a la tentación de utilizar el semáforo contra quienes, prisioneros de él, lo respetan. Contando, naturalmente, con la pasividad cómplice de aquellos a quienes corresponde el control del asunto, que suelen permanecer paralizados por el miedo a que los llamen autoritarios y poco enrollados, hasta que de pronto se acojonan y sacan los tanques a la calle, o preparan el camino para que otros matarifes los saquen. Contradicción, ésta, característica del espejismo en que vivimos: un mundo socialmente correcto, donde todo ejercicio de autoridad o violencia legítima, por razonable que sea, queda desacreditado gracias a tanto cantamañanas que vive de la milonga y el cuento chino.

MANUEL AZAÑA Y CATALUÑA



Manuel Ramírez es catedrático de Derecho Político de la Universidad de Zaragoza.

Hace pocos días, mi buen amigo, profesor y periodista Antonio Domínguez recordaba con oportunidad que en este año de sobrados aniversarios pasara por alto que se cumplían los 65 años del fallecimiento del posiblemente mejor político de nuestra Segunda República, Manuel Azaña. Sabido es que ocurre en la ciudad francesa de Montauban el 3 de noviembre de 1940. Lo hace casi en soledad. Un distinguido miembro de la Iglesia católica con el que sostiene largas conversaciones, sin que se conozca a ciencia cierta el resultado final de las mismas. Su siempre fiel esposa, a la que, por cierto, nuestro actual Rey recibe mucho tiempo después en el exilio. Alguna visita esporádica de compañeros republicanos. Y poco más. Bueno, también su penosa enfermedad plagada de recuerdos, añoranzas, muchas incógnitas sobre el inmediato y algún que otro reproche. En un día de niebla y lluvia decía adiós a la vida y a su vida aquel personaje del que durante mucho tiempo se afirmara aquello de que "la República fue Azaña y Azaña fue la República". La historia, ya en nuestros días, vendría a redimir a quien sus enemigos de entonces y del inmediato después calificaran como "El Monstruo". Y se quejaba mi citado amigo de que todavía haya que desplazarse al vecino país para honrar su figura y su memoria, "sin poder hacerlo en España". Le contesto: el mismo Azaña quiso que así fuera. Como adivinando el trasiego de cadáveres que luego se iba a producir, se anticipó a ello con esta profunda súplica: "Que me dejen donde caiga, y si alguien, un día, cree que mis ideas eran dignas de difundirse, que las difunda. Ésos son los únicos restos de un ser humano que deben ser movidos si lo merecen".

Pues bien, andamos en tiempos de volver a sus ideas en los momentos en que el Estatuto de Cataluña constituye tema principal de discusión entre nuestros políticos. Y ello porque, a no dudarlo, Azaña constituyó el auténtico artífice e impulsor del Estatuto que la República concede a Cataluña el 9 de septiembre de 1932.

La empresa no resultaba nada fácil, ni mucho menos. Ello motivó la muy extensa y hasta cruda discusión en las Cortes republicanas. Se presentaban tres principales obstáculos a superar. En primer lugar, la misma regulación que hacía la Constitución de 1931. Tras la definición del Estado como "integral", evidente fórmula de compromiso entre las corrientes que ocupaban los escaños, no se hablaba de nada más que de posibles regiones con autonomía. Felizmente, los constituyentes de la época no dieron entrada a otros términos o denominaciones. Y lo evitaron sin ningún tipo de reparos. Es decir, no cayeron en lo de "nacionalidades", ambigua expresión que tantos quebraderos de cabeza dio a los constituyentes de 1978. Parece que se trató de una propuesta del diputado Roca como reconocimiento y distinción a aquellas comunidades autónomas que en el pasado, durante la República, habían obtenido ya un Estatuto de autonomía: tendrían un más fácil acceso a una nueva autonomía por un camino corto previsto por el mismo texto constitucional. A mi entender, el término no resultó muy feliz, y prueba de ello ha estado en su no uso posterior. Pero no nos alejemos de la Constitución de 1931. Lo realmente importante es que la Constitución republicana basaba la posibilidad de obtener autonomía para aquellas regiones (y únicamente regiones) que gozarían de un grado mayor o menor de competencias "según su capacidad política, a juicio de las Cortes". Nunca se habló de "hechos diferenciales", sino de "características comunes" entre provincias. Y el título que regulaba el proceso autonómico llevaba la denominación de "Organización Nacional", quedando lo de "Nacionalidad" para señalar quiénes eran españoles. En mi opinión, una regulación mucho más clara y, a la vez, restrictiva que en la actualidad.

En segundo lugar, y casi como derivación de lo anterior, la concesión de Estatutos de autonomía se entendió siempre por la República como una excepción. No como algo "para todos". Se pensaba, y así ocurrió, fundamentalmente para dar una solución al heredado "problema regional", centrado en Cataluña -y no únicamente por los antecedentes históricos existentes-. También por las condiciones establecidas en el famoso Pacto de San Sebastián y, sobre todo, por no existir dudas sobre el republicanismo de aquella entonces región. Por ello, el tema de Cataluña fue prioritario para los grupos de izquierda y centro-izquierda. Frente a esa confianza, el reparo hacia el País Vasco que, tras repetidos intentos, no obtiene su Estatuto hasta ya iniciada la Guerra Civil. El reparo ante este segundo caso lo encontramos en las mismas irónicas palabras de Azaña. Escribe así en 1933: "Fuimos a Guernica. Visitamos el Árbol y la Casa de Juntas, donde hay una porción de cachivaches que pretenden ser antigüedades y reliquias de una tradición". La crueldad en las expresiones constituyó, como en muchos casos lo demuestra, algo que Azaña no evitaba. Claro está que este mismo carácter de excepcionalidad tuvo también y de inmediato el argumento del agravio comparativo con otras regiones por parte de los enemigos del Estatuto. De ahí se derivaron no pocas consecuencias.

Y, por último, acaecía que el PSOE, el partido mejor organizado al llegar la República, nunca se mostró autonomista. Como tampoco los sindicatos de UGT y CNT. Sus apellidos de "internacionalistas" lo impedían de entrada. Por eso costó tanto sacar adelante la aprobación de Estatutos. Bastaría con recordar la famosa expresión de Prieto oponiéndose con fuerza a la creación de un segundo Vaticano en España, al referirse al País Vasco. Aquí, por demás, andaba por medio la desconfianza hacia el PNV y su profundo catolicismo. Superar todas estas circunstancias constituía una batalla de difícil victoria.

Y el triunfo vino de las manos de Azaña. En los debates parlamentarios y en la prensa de la época el tema catalán ocasionó un duro enfrentamiento. A los grupos de la derecha se unieron, a más de los citados, hasta los mismos intelectuales del momento, con Unamuno a la cabeza. Lo que podríamos llamar posición intelectual o filosófica del debate la presentó el mismo Ortega: el problema no tenía solución. Únicamente se podría "conllevar", expresión que pronto pasó a la historia. Y la tarea política y práctica, en los acuerdos de trastienda y, sobre todo, en el debate parlamentario de Manuel Azaña. En el mes de mayo, Azaña había puesto fin al debate sobre la totalidad del proyecto señalando los "intentos de monopolizar el patriotismo y algo de malevolencia política". Y en las semanas siguientes se emplea a fondo tras el auténtico vendaval de votos particulares (sólo el diputado Royo Villanova había presentado nada menos que 29) e interminables enmiendas. Tras el enorme esfuerzo, el Estatuto quedó finalmente aprobado, en votación nominal, el día 8 de septiembre. El apoyo de los socialistas dejó en solitario a los grupos de la derecha, que únicamente consiguieron 24 votos en contra, frente a 314 a favor.

El júbilo fue enorme en Cataluña. El 15 de septiembre se firma el Estatuto en San Sebastián, en un acto presidido por el mismo presidente de la República. Días más tarde, Azaña visitaba Barcelona para recibir el agradecimiento de los catalanes. Sus palabras no pudieron ser más elocuentes: "El hecho que celebramos no es un hecho catalán, sino un hecho español, y más diré: un hecho de la historia universal, y es probable que sea la República española, con sus soluciones autonomistas, la que en adelante señale los caminos a seguir a otros pueblos europeos en situación más o menos semejante a la nuestra". Parecía hablar para el futuro de nuestro propio país. Para el periódico madrileño Ahora, la solución no podía haber sido otra: "La República combinada con la autonomía" (29 de septiembre de 1932).

El artículo primero del Estatuto comenzaba así: "Cataluña se constituye en región autónoma dentro del Estado español, con arreglo a la Constitución de la República y el presente Estatuto". Y en su artículo tercero se podía leer lo que sigue: "Los derechos individuales son los fijados por la Constitución de la República española. La Generalidad de Cataluña no podrá regular ninguna materia con diferencia de trato entre los naturales del país y los demás españoles. Éstos no tendrán nunca en Cataluña menos derechos que los que tengan los catalanes en el resto del territorio de la República". Me parece oportuno el recuerdo de estos dos artículos. Ni en ellos ni en el resto de los no citados aparecen en ningún momento palabras tales como Nación, Nacionalidad, Hecho Diferencial, Soberanía compartida, Estado Asociado, Federalismo Asimétrico, etcétera, ahora tan al uso por el reverdecer de nuestros nacionalismos.

El Estatuto corrió la misma historia de vaivenes por la que atravesó el régimen republicano. Suspendido por el Gobierno Lerroux-Gil Robles en el segundo bienio, vuelto a poner en vigencia por el Frente Popular, derogado y condenado por el sistema autoritario que se implanta en 1939. Y allá, el solitario de la Pobleta, el Manuel Azaña que nunca quiso encabezar el Gobierno cercano a la guerra. Allá, completamente aislado quien había optado, sin condiciones, por la Presidencia de una República cuya vida se extinguía. No había servido su famoso discurso en el mismísimo Ayuntamiento de Barcelona el 18 de julio de 1938, y cuando el resultado bélico era ya previsible, pidiendo, en "nombre de la patria eterna", "Paz, Piedad y Perdón". Poco tiempo después es cuando aparecen sus reproches. La cuestión catalana perdurará "como un manantial de perturbaciones (...) y es la manifestación aguda, muy dolorosa, de una enfermedad crónica del pueblo español". Ahora parece que es Ortega quien habla. Azaña condena la insurrección libertaria y alude al llamado "eje Barcelona-Bilbao" como obstáculo para el triunfo en la guerra. Y es que al que fuera el gran protagonista y el gran hombre de Estado se le había ido de las manos "su República". Y con ella, "su Estatuto". Le quedaba la nostalgia, la sinceridad ante las causas de los acontecimientos y, por encima de todo ello, el inmenso cariño a la España que nunca había dudado en llamar así: "La patria eterna".

jueves, diciembre 08, 2005

Las empresas se lanzan en la 'blogosfera'


http://www.lavanguardia.es/


Las compañías han decidido aprovechar la difusión que está teniendo el blog, esa fórmula de diario personal que se difunde como una mancha de aceite en internet. Directivos han abierto sus propias páginas para abrir discusiones con proveedores y clientes. También es una manera de influir sobre las opiniones de los internautoas y de mejorar la credibilidad de la marca. Pero en España, aún hay muchas reticencias ante este instrumento.
"En España es aún arduo cambiar la reticencia de los empresarios ante las novedades tecnológicas", dice un experto


NORBERTO GALLEGO - 08/12/2005
Barcelona

Mientras la prensa se ocupa de los problemas financieros de General Motors, el vicepresidente de la compañía, Bob Lutz mantiene su compromiso de escribir dos veces por semana un blog personal (fastlane.gmblogs.com), que le vale para discutir con concesionarios e ingenieros el diseño y desarrollo de los nuevos modelos de la marca. Lutz es el más encumbrado representante de una tendencia entre las empresas norteamericanas, los blogs corporativos como espacio de comunicación para recoger opiniones de los consumidores, lanzar mensajes a los medios y, llegado el caso, reaccionar ante una crisis de relaciones públicas.

Unas 60 corporaciones estadounidenses hacen este uso de los blogs, ya sea institucionalmente o alentando a ello a sus empleados. Casi todas, por ahora, pertenecen a sectores tecnológicos -IBM, HP, Microsoft, Sun, SAP, Yahoo, Boeing- pero la costumbre se extiende a otras industrias y ya ha desembarcado en Europa. Esencialmente, un blog es un diario personal, que se diferencia de una página web en que su autor lo expone con la intención de suscitar comentarios y servir de espoleta para una cadena de reacciones, merced a una técnica de enlaces conocida por la sigla RSS (really simple syndication).

Según estimaciones, existen actualmente unos 32 millones de blogs - la expresión suele traducirse como bitácora, y sus adeptos hispanohablantes se llaman a sí mismos blogueros o bitacoreros- y se dice que nacen unos 12.000 cada día. Son de muy diversos géneros e intenciones: políticos, periodistas, científicos, pero también ciberpredicadores, charlatanes y narcisistas, que de todo hay en lo que ha dado en llamarse blogosfera. Pero, ¿para qué querrían las empresas mezclarse con tan variopinta compañía?

En primer lugar, porque les interesa conocer e influir sobre las opiniones que circulan en internet acerca de ellas, de sus productos o sus competidores. En el caso de que esas opiniones fueran desfavorables, disponer de un blog propio hace posible replicar con las mismas armas antes de que sea demasiado tarde. También se consigue mejorar la visibilidad y credibilidad de una marca, gracias a que los blogs repercuten sobre el número de apariciones en los buscadores, vectores de notoriedad. En tercer lugar, un blog corporativo puede dirigirse directamente a los consumidores y entablar con ellos un diálogo que, como mínimo, puede ser instructivo para la empresa y su fuerza de ventas.

Enrique Dans, profesor del Instituto de Empresa, pionero de la blogosfera española y estudioso del fenómeno (edans.blogspot.com), comenta: "El número de lectores de blogs, aunque sean pasivos, crece exponencialmente, y es lógico que las empresas tomen nota de lo que pasa a su alrededor". Por otra parte, necesitan estar informadas, y los blogs pueden ser un instrumento idóneo para mantenerse al día. No obstante, señala Dans que en España es arduo cambiar la reticencia de los empresarios y directivos ante las novedades tecnológicas: "Cuando ven que sus empleados leen blogs, muchos piensan que es una pérdida de tiempo, sin pararse a considerar que un empleado bien informado puede ser parte de la ventaja competitiva de la empresa. Han pasado los tiempos en que se pretendía restringir el acceso del personal a internet o el uso del teléfono para llamadas privadas".

Pero, sobre todo, hay empresas que prohíben a sus empleados la publicación de blogs personales, por temor a la indiscreción. Es un esfuerzo inútil, dice Dans, porque hay formas de burlar la prohibición, e incluso puede que con esa medida acaben fomentando la rebeldía de un bloguero anónimo que, a su vez, situará a la empresa en el punto de mira de otros colegas.

IBM es un paradigma de actitud positiva. Estimula a sus empleados a bloguear y les facilita herramientas de publicación (www-128.ibm.com/developerworks/blogs), con la pretensión de convertirlos en evangelistas de sus métodos, productos y servicios. La condición es cumplir un código de once puntos, entre los que destacan el escrupuloso respeto por el copyright y la abstención de publicar información confidencial acerca de la empresa y de sus clientes o proveedores. Con esta fórmula, IBM ha conseguido legitimar entre sus empleados una práctica que en otras compañías puede ser motivo de despido.

Microsoft sigue una política similar (www.microsoft.com/communities/blogs/), tras haber comprobado las ventajas de contar en sus filas con un entusiasta pionero, Robert Scoble (www.scobleizer.com), a quien se reconoce el mérito de haber mejorado la percepción que de la compañía tienen muchos desarrolladores de software alrededor del mundo.

El potencial de los blogs para elevar una información u opinión a los primeros puestos en los buscadores produce efectos publicitarios, positivos o negativos. Este atributo tiene, a su vez, un lado perverso, la aparición de falsos blogs promocionales disimulados. L´Oreal ha sufrido una experiencia fallida, cuando su agencia tuvo la idea de crear un personaje ficticio que, bajo la apariencia de un blog, divulgó las virtudes de un producto cosmético; ante las críticas recibidas, la empresa optó por la vía de la transparencia (www.journaldemapeau.fr) y, desde entonces, reconoce la autoría de su contenido.

Una superchería no confesada es el pago a ciertos blogueros para que oficien como lanzaderas de rumores y juicios de valor, que en internet pueden alcanzar una dimensión inusual. Otra perversión del género se conoce como splog, combinación de spam y blog, lo que significa que no tienen más finalidad que servir como plataformas para campañas masivas de correo electrónico.

En España sigue creciendo el número de blogs personales, pero sólo ahora se empieza a despertar el interés de las empresas. "En otros países europeos -dice Dans- los blogs se usan como herramientas de comunicación interna, a las que el personal suele contribuir con noticias que considera relevantes para la empresa, pudiendo añadir comentarios o no, según los casos".

Un ejemplo a pequeña escala se da en el BBVA, que ha desarrollado un blog interno, restringido a una comunidad de usuarios con interés por la innovación tecnológica en distintas áreas del banco. Antonio García Maeso, responsable de la iniciativa, se declara satisfecho por los resultados y personalmente cree que podría ser útil en otras áreas, aunque no generalizable en la organización. Al menos otro banco español está analizando las opciones para introducir los blogs entre sus procedimientos de relación con la clientela.