POR JORDI PUJOL EX PRESIDENTE DE LA GENERALITAT DE CATALUÑA
¿INTENTAR qué? Intentar plantear el tema de Cataluña en España de una forma distinta a como suele hacerse. Desde la óptica de los deberes de cada cual, más que desde la de los derechos. De la responsabilidad (que no equivale a culpabilidad) respecto al otro, más que desde el estricto interés propio (aun siendo legítimo). Puede parecer ingenuo. Pero ya llevamos demasiados años, décadas, siglos sin plenamente entendernos, y a veces entendiéndonos muy poco, como para que valga la pena ensayar otros métodos (aunque parezcan ingenuos).Un posible método hasta hoy poco utilizado puede consistir, como decía, en preguntarnos cuál es nuestra responsabilidad y si realmente la asumimos. Si cumplimos con ella. Ello requiere rechazar -como individuos y como colectividades-la idea de que sólo nos debemos a nosotros mismos. Rechazar lo que ahora se llama la moral de la desvinculación, es decir, aquella actitud que hace que para cada cual lo único que importa es la propia realización. Del resto nos desvinculamos. Los otros o no existen o existen poco, el interés general y el bien común no son asunto nuestro, los derechos no conllevan la contrapartida de deberes.
Traducido al tema de Cataluña en España, este método puede llevar a hacernos las siguientes reflexiones.
1. ¿Qué responsabilidades y deberes tiene Cataluña?
a) Como todo ser vivo, individual o colectivo, los de su propia continuidad y los de su propia realización. Ningún ser humano, ningún país, ninguna cultura tienen derecho a renunciar a sí mismos.
b) Dar a su gente lo que necesita para su promoción y desarrollo, para su bienestar. Y ello en todos los temas: social y económico, cívico y humano.
c) Ofrecer a su gente también aquel marco colectivo de comunidad de vivencia y de conciencia identitaria, de convivencia y cohesión que permita el desarrollo de las personas. Porque, como dice el artículo 29 de la Declaración de los Derechos Humanos, «toda persona se debe a la comunidad, que es la única que le permite el libre y pleno desarrollo de la personalidad».
Más allá de estos debates referidos a sí misma y a su gente, Cataluña tiene otras responsabilidades y otros deberes. Uno de ellos, contribuir al progreso, a la paz y a la realización de los marcos políticos y humanos a que pertenece.Todos pertenecemos a diversos marcos políticos, culturales y afectivos que dibujan círculos concéntricos a nuestro alrededor. Podríamos hablar del mundo, o de Europa, o de la civilización occidental. Respecto a todos ellos tenemos derechos y deberes. Pero en el caso de Cataluña el primer sujeto de derechos y deberes, y de afinidades, es indudablemente España.
Y ello nos lleva a plantearnos la responsabilidad de Cataluña respecto al interés general de España.
a) España necesita que todos cuantos forman parte de ella colaboren al progreso económico y social del país, a su estabilidad, a su fortalecimiento general. A su prestigio internacional. Y tiene derecho a reclamar esta colaboración.
b) También necesitan -España y los españoles- que este progreso y este bienestar sean generales, que lleguen a todos los ciudadanos. Que todos puedan promocionarse. Y esto requiere una política de solidaridad, cuya principal responsabilidad recae en las personas, sectores sociales y territorios con mayor renta y mayor capacidad.
Una responsabilidad que Cataluña (y otras partes de España) tiene respecto a determinados territorios españoles. Aparte del deber de contribuir, como antes se ha dicho, al progreso general, tanto económico como político como moral.
Dejemos aquí de momento esta relación de deberes y responsabilidades catalanas. Formulando simplemente una pregunta: ¿Cataluña, estas responsabilidades -tanto las que la afectan directamente como las que tiene respecto al conjunto de España- las ha ejercido históricamente? ¿Las ha ejercido durante los últimos treinta o cuarenta años? ¿Y está en condiciones de ejercerlas?¿Qué responsabilidades y deberes tiene España?
a) También los de su propia realización colectiva, y por consiguiente su propio progreso económico y social, y su proyección y su prestigio. Y la unidad, en lo fundamental, de sus gentes y sus territorios.
b) También poner todo esto al servicio de su gente, de sus ciudadanos. Y ello en diversos aspectos: en el de su subsistencia, de su seguridad, de su formación y promoción, de su libertad. En el de sus valores humanos y culturales. En el de su identidad. Todo ello no sólo en el ámbito individual, sino también en el colectivo, porque -repito lo dicho antes-, como bien recuerda la Declaración de los Derechos Humanos, los derechos individuales requieren el respeto a cada persona de sus derechos comunitarios.
España tiene el derecho, y el deber, de reclamar de todos sus ciudadanos, y de todos sus pueblos, apoyo para la eficaz asunción de todas estas responsabilidades.
c) Por otra parte, puede suceder que las gentes de un país se reconozcan en identidades diversas, aunque todas ellas encajadas en el conjunto. Es el caso de España, donde el sentimiento global de pertenencia convive con una conciencia, un sentimiento y una identidad fuertes y muy particulares, muy primigenios. España tiene el deber de respetar y ayudar a promover estas identidades, facilitándoles los instrumentos políticos, económicos e institucionales que requieren, no sólo por el valor intrínseco de toda lengua, cultura, conciencia histórica, etc..., sino porque son instrumentos de configuración de la personalidad de la gente. Su defensa y su desarrollo forman parte de los derechos individuales y colectivos básicos de unos ciudadanos catalanes que forman parte de España.
En este punto cabe que nos hagamos la misma pregunta que antes nos hemos hecho sobre si Cataluña había ejercido su responsabilidad respecto a España. Ahora en sentido inverso. La pregunta es: ¿esta responsabilidad, España en su conjunto la ha ejercido respecto a Cataluña?O, más en el detalle, ¿facilita el mantenimiento de la identidad colectiva de Cataluña? ¿Potencia o, por el contrario, frena su desarrollo? ¿Facilita que Cataluña pueda atender debidamente a sus ciudadanos?Hay españoles no catalanes a los que esta simple pregunta ofende.
Pero si Cataluña -120 diputados sobre 135- reclama un nuevo Estatuto, es porque cree que la situación actual no es la debida. Ante esto cabe una respuesta de ira. De sentirse ofendido. De rechazo total. O de no darse por aludido. Pero dada la magnitud de la demanda y la corrección con la que se plantea, estas respuestas no son válidas. Por lo menos, España en su conjunto debe interrogarse. Seriamente.
Y llegados a este punto es cuando nuevamente planteo una pregunta inicial: ¿y si invirtiéramos los términos con que tradicionalmente hemos abordado el tema de los derechos y partiéramos de las responsabilidades y los deberes de cada cual? ¿y si en vez de reclamar derechos propios y obligaciones de la otra parte unos y otros analizáramos primero si cada cual ha cumplido con sus obligaciones respecto al otro? Este enfoque podría quizás ayudar a comprender las razones de cada parte. Sería tal vez una buena manera de analizar el proyecto de nuevo Estatuto de Cataluña.
En un momento de gran excitación, esto -lo he dicho antes- puede parecer ingenuo. Pero sería un método serio y autoexigente, y por consiguiente honesto. Y finalmente, los problemas difíciles se resuelven sólo con seriedad, autoexigencia y honestidad.
miércoles, noviembre 09, 2005
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